miércoles, 30 de julio de 2008


tengo un amigo que dice que recuerda claramente el día que nació. yo recuerdo claramente todos los días en que he muerto. los nacimientos posteriores a cada muerte no los recuerdo mucho. es que no me interesa recordarlos, eso es.

la muerte es maravillosa y espléndida. no el nacimiento. es ridículo pensar que qué bella es la vida. bella una línea de cocaína en una mesa y una linda chica inhalándola hasta que sus ojos se volteen y giren como los bichitos de las máquinas de juegos en los casinos. bello un amigo que muere en nuestros brazos, por nuestra mano. bello eso, ver toda la sangre, todo su interior brotar, esparcirse por el suelo y pintar una acera de rojo.

yo sí recuerdo cada vez que he muerto. la muerte es lo mío, no la vida. como aquélla vez con el portaretrato de ella, Isa. o como esa vez en el hospital, sudando licor y vapores narcóticos.

yo, de la vida, no quiero sino su tramo último.

domingo, 1 de junio de 2008

¿Cuánto cuesta un alma?

El gran Ciorán dice
"Dios, como no tiene nada que guardar en su casa, de aburrimiento y enojo, deja yermos los jardines del hombre.
No, no; no es la visión de los astros lo que me deslumbrará. Bastante luz he perdido mendigando a las alturas. Harto de toda laya de cielos, he dejado mi alma a merced de los ornamentos del mundo."

y yo, que no soy grande, pero sí vencido, digo
amén




Un beso que dibujaba en la ventana empañada de un autobús, al pasar frente al departamento en el que una vez vivió horas felices. Falsas felicidades en horas reales, o viceversa. Una lágrima que derrama aquélla niña que llora en silencio. La miro, la miro... Ella me mira. Ella llora por mí. Yo no tengo lágrimas con qué llorar mis dolores. Me agoté hace tiempo, y en mi huerto ya no crecen sino frutos espinosos y desabridos. Ella llora por mí, lo sé. Sin embargo no me causa nada, ni ternura, ni agradecimiento, ni paz, ni dolor. Estoy dormido. Cuando duele tanto que ya no sientes nada, así. Así vivo. Así vivimos muchos, dormidos de dolor.

No me lamento, por favor, no me malinterprete, doctor, nada más falso que eso. Yo hace tiempo que no toco a una mujer; hace tiempo que sólo me masturbo. Note, por favor, el acento en la primera O de sólo. No redundo, ¿ve?. Las lamentaciones son para los ilusos, los otros, nosotros, los hincados sobre el barro y la inmundicia, no lamentamos nada, tampoco extrañamos. Vivimos con este dolor a cuestas, sin pensar en más nada que el día en que acabe el viaje. Vivimos adormecidos, viéndolo tantas cosas. Tantas... Es infierno, se lo digo, está acá, y el paraíso, ese no existe. Dios es un personaje que inventó el Diablo, para jodernos más. Siempre él con su humor negro jejejeje...

Doctor... ¿Usted cree que Emilio, ya sabe, Ciorán, se comiera las uñas? Yo lo hago, ¿ve? Y de pronto pensé que esa niña que lloraba por mí, también... Ya sabe, los desdichados y sus cosas...

miércoles, 21 de mayo de 2008

metalengua


Una llaguita y un escozor. Unas gotas resecas de sangre. Blood. El inglés manifiesta mejor ciertas miserias humanas. Parece un idioma de dolor, lleno de dolor. Hecho, eso es, para el dolor. Painfull. Hay algunas quejas que se expresan mejor en inglés. Así como hay cosas de gente bien, que parecieran hechas para el francés. O maldiciones que parecieran pensadas para el romaní. Ta chi tua. Fuerza. Fuerza dramática, se dirá.

Un escozor, decía, y la sangre seca. Una costra. Una maldición y unas montañas lejanas. Un sur por norte y un norte que se oxida día a día. Una excusa para amar, un idioma. Por cierto, nada mejor que el idioma natural, el animal, para el amor. Al menos el amor físico. Para odiar, no sé, nada mejor que un cierto lenguaje primigenio, olvidado a priori, pero que se recuerda. Es un morderse los labios, un entre dientes. Un El coñísimo e' tu madre, maldito. Así, el español también pareciera un idioma apto, por así decirlo, para el odio. Para odiar.

La concha de la costra se me queda en la mano. Tanto da la uña en la herida hasta que la abre de nuevo. Así se vive mejor, con la herida siempreviva, aunque hayan procesos químicos naturales que siempre pretendan sanarlo a uno. El lenguaje del cuerpo es así, arbitrario, enferma cuando quiere y no cuando uno espera una excusa para no asistir al trabajo. Se recupera cuando puede y no cuando uno ordena. A veces, de hecho, se despierta cuando uno lo que quiere es el sueño, lo prefiere. Otras veces se mueve cuando se anhela la quietud, el estancamiento. Ley de vida, dirán los New Age. Maldita Babilonia, digo yo, que nos separó a todos, hasta al cuerpo del alma.

martes, 22 de abril de 2008

Esnucatum est.

Le quería arrancar los pezones. Le quería morder tan duro que le hiciera daño. La estaba amando con rabia. Es que también se ama con rabia. Y se ama con indiferencia y con paz (eso dicen) y se ama, sobre todo, con fuerza. Con fuerza del puño, no del sentimiento aunque, claro, también con esto.

Pretérito la tomaba de la cintura que se le asía a la palma de la mano como una cosa que le pertenecía, y embestía contra ella con desafuero. Entonces hizo ese gesto amatorio que rara vez hacía. La destajó.

Se levantó de la cama de buen humor luego de aquel buen amor. Se cepilló el cabello. Se vistió. Pagó al salir, como siempre.

Antes, al volante, se sentía timado por la vida. Ese reguero de sangre y tripas y mierda de su amigo, la otra noche, lo traía de malas. Todo por la complicación de tirarse a la misma mujer. Todo porque el imbécil no pudo quedarse tranquilo, no, él tuvo que enamorarse ridículamente.

martes, 1 de abril de 2008

Réquiem de un adios sin adios...


Ahora podía hacer una promesa, después de haber vivido algo como aquéllo.

La distancia y la soledad son directamente proporcionales a la cantidad de lágrimas derramadas en las noches. De día es otra cosa. La angustia y la depresión se dejan maniatar firmando papeles al reverso de como se hizo aquél ventitrés, entre falsos gitanos.

Abril es Abril. En Abril fue el mar, dice Mestisay. En Abril fue el veneno, digo yo. Y en Diciembre la mierda. Y en Enero el desahucio. En Marzo el encono y la agudeza de la mirada sin alma. Ya no te amo. Bueno, digo yo, si es que me hace el favor de pasarme la soga. Un lindo nudo en el cuello y una banqueta que alguien tenga la gentileza de empujar, gracias.

Las promesas se caen y se me antojan equívocas. Te deseo. Te amo. Ojalá no sea muy tarde cuando la luz alumbre el sendero nuevamente. Todas las cartas están sobre la mesa por ti. Ya sin lágrimas, sólo con la tristeza metido entre los huesos y la carne, anidada entre las venas, será el designio de un error, un equívoco o la bendición de amar.

La inocencia es cosa de libros. La credulidad y la fantasía también. Yo, al parecer, vivo entre las lineas de un libro inacabado, eternamente inacabado, como el ser humano, siempre haciéndose y rehaciéndose.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Broke up...


Volviendo al comienzo me dejé las agujetas sueltas y seguí andando de ese modo. La vista tenía un color oscuro sobre ella. Lentes de sol, seguramente. No puedes tocar. Ah, no? No. Okey, pero puedo maldecir, al menos, verdad? Sí, puedes maldecir y puedes escupir y puedes, y te aseguro lo harás, sucumbir. Este señor con sus colmillos y sus amarras y sus tirones de cabello y sus embestidas animales, que vaina. Así lo viola a uno el diablo, el demonio, belzebú. Es hasta bonito este último nombre, verdad? Mira... sí, lo es. Belzebú. Suena a diminutivo cariñoso. A espuela de gallo, a cachetada en el sexo, suena a mordisco de labio, a puñalada de amante, no sé, me hace evocar cosas hermosas: la mirada de un viejo moribundo, una mujer embarazada y sin marido, un esposo cornudo, un lisiado que pide limosna, esas pequeñas cosas, esos pequeños seres que hacen que la vida de uno tenga sentido, que sirven para medir que uno no está tan jodido, que podría ser peor, que podría uno ser más bajo, más vil. Claro, también eso da envidia. Envidia, por supuesto. Así sí, así me siento mejor, más humano, más roedor. Envidia, celos, ponzoña clavada, golpe anticipado, mierda, en fin, esas cosas que te hacen menos santo, gracias a Belzebú, el hermoso y tierno.

Me dejas? Sí, te dejo sola. Pero podemos hablar? No, no podemos. Sí me llamas, si me buscas que sea sólo por placer, por favor, no quiero esas lamentables y eternas quejas de enamoraditos empalagosos. Pero... Bueno, yo te lo digo así de claro, es preferible, cierto? Sí, supongo. Y supones bien, niña, siempre es mejor maldecir de frente que bendecir con sorna y entre dientes. Y siempre es mejor amar. Pero por Dios, qué demonios dices!!! Amar, eso es verbo de analfabetas, es disfunción de las almas, andrajoso quehacer de tristes soñadores. Que me libre de semejante error el todopoderoso Héctor Lavoe, allá en su cielo de pepas y putas y música de la buena. Hay errores, digo yo, que al fin y al cabo no soy nadie, siendo alguien, que se cometen con gusto, y hay voces en el alma, si es que se tiene una, que te dice que te mueras, y tu vas y te mueres. El sinsentido de la vida. La levedad vacía y absurda y estúpida de los seres humanos.

Entonces, te vas? Sí. Bueno, que tengas una vida... no sé, como sea, como la eligas vivir. Y allá en ese lugar, habrá sábanas costosas? Quizá, lo seguro es que tendré un lindo ataud para mi solito, y una lápida con algún texto horrible que no podré elegir yo y que sea el que me acompañe por los siglos de los siglos. Tal vez pueda escribir algo para mí mismo antes de darme el tiro. Sí, tal vez...

domingo, 2 de marzo de 2008

Febrero...

Cuánta sangre, cuánto vómito y cuántas agujas clavadas en las pestañas. Cosas nimias, absurdas y, acaso ridículas, no serían de nuevo las mismas. Así le cambia la dimensión y la perspectiva a un corazón cuando éste se torna laberinto.

Exactamente a las once y once vio el reloj y la reordó a ella. No a ella, sino a ella. ¿Me explico, doc? Sí, se explica. Más nunca torito, ya no más bendiciones a la hora de dormir ni "esa" manera de acostarse que tanto amaba. Ama. Cuántos insultos y puñaladas revoloteando, buscando algún hígado, algún pulmón o una lengua podrida de las mismas palabras que nunca fueron las mismas. Tanto monóxido. Tanta tripa suelta, desparramada en el pavimento. Tanto orgasmo del cielo que quedará como prenda de gitano, colgado a algún madero de los recuerdos, alguna carreta que trató detenerse y no pudo.

Cuanta miseria humana y cuánto, Lucifer mío, sentimiento echado por la borda. LAs once y once, hora plaíndromo, hora perfecta que trae su voz preguntando ¿Ya hoy es diecinueve?. No, no lo es. Nunca lo será, todo lo indica así. Al calendario le recortó ese día. Hay fuego en el ventitrés. Habitáculo desdichado que vio la separación de sus padres y ahora la suya propia. Mirada lánguida de hada, agujero, Viceversa y dama caballero celta, con el cinto...

Nada, nada le queda entre las manos sino ese hueco que se sostiene sobre el pecho.

viernes, 29 de febrero de 2008

Once



La última gota de sangre sobre la pared tenía forma de lágrima.

¿Lloraba, acaso, por el orgasmo obtenido a la fuerza?

En todo caso, la sangre esparcida en la pared muy blanca daba la impresión de un abuso moral, de una caricia demoníaca dada con rabia, con amor y, tal vez, con saña. De cualquier modo, el día estaba por llegar, la ropa tirada por la habitación debía volver a los cuerpos y el horario de oficina seguir su curso normal. El orgasmo, el placer del cuerpo quedaría, pues, como una anecdota que pronto se olvidaría. ¿O no?

jueves, 14 de febrero de 2008

Sin un ápice de disfraz, cero carnavales

Luego de hacer el amor, tendidos los cuerpos, sudado el sentimiento, le preguntó cosas propias del momento. Ella le respondió. Él se preguntó en su mente, mirándola, ¿Será que lo que me dices es en verdad transcripción literal de tus pensamientos? ¿Será que me ocultas cosas, suprimes, censuras pensamientos que sabrás me harán daño? Toda mujer en el fondo, aun luego del acto amatorio, es una madre, siempre protegiendo, siempre velando, siempre cuidando del amor del niño que yace junto a ella.

Toda relación sentimental o sexual es en verdad una transliteración, una puesta en escena, una Edípica Electra realización del pensamiento Freudiano. Siempre vejando, siempre mintiendo, además. Siempre omitiendo los detalles escabrosos. Las mentes, los corazones y por último las bocas de quienes aman son, la verdad sea dicha, censores ministeriales, la hidra del cuento, el arriesgado transgresor que se omite a sí mismo en aras del bien común. La mentira y la putería, el pecado mismo obra de ese modo, con maléfica benevolencia, se dijo.

martes, 5 de febrero de 2008

Más de lo mismo

Llegando al callejón, una vez dejada las huellas en el vidrio del carro, habiendo intentado abrirlo sin la llave, se dijo para sí, que mierda.

En el portaretrato de la sala estaba aún la foto sepia de la mujer aquélla. Él se sentó en el sillón frente a la mesa donde estaba la imagen pérfida del amor de juventud. Encendió un cigarrillo, le dio varias chupadas antes de decirse, que mierda.

En el mercado, frente a su puesto de mercancía inútil, estaba una mujer morena hermosísima, con su marido. El hombre parecía un patán, no, peor, un pelele. Un patiquín, un mangas meadas, como decía mi padre. Un desgraciado que tenía a ese hembrón para sí, y no era Pretérito, era otro, por eso era un gusano, un roedor, una cucaracha sin gracia. En su puesto vendían comida rápida, es decir, comida hecha ya. Pretérito, luego de meses de mirar y mirar a la mujer y su marido, de pronto sintió que conocía a ese tipejo sin alma de antes. Luego de meses sentía una familiridad que le resultaba repugnante. Sólo pensó, coño, que mierda.

Se sentó en el inodoro, al rato se levantó y pensó, Coño, qué mierda!

viernes, 11 de enero de 2008

De cloacas y fábulas deprimidas.


El principito empalado dando vueltas como un pollo. El principito con yuca y salsa guasacaca. El principito mmmm, rico, pero estaba mejor el McOndo de la semana pasada. El principito en huesos, con la carne abierta y fileteada con los dientes. El principito a la basura con lo que quedó de la yuca. Qué cagada. Y el zorro sentado frente al rosal. Esperando. Qué cagada. Así de miserable es la puta humanidad.

El amigo llorando camino al hospital, que las tripas, que se le salían, que le faltaban dedos en las manos o manos en los brazos o brazos en el torso o torsos en la cintura... que se le salían, que no lograba sostenerlas dentro. Y Pretérito que le decía que shito, perro, cállese la lloradera y aguante. Que eso le pasa por andar hablando de más de él. Las alcantarillas cuando llueve se desbordan y sale toda la mierda y rueda por las calles, como lindos barquitos de miseria social. Eso es lo que pasa. Y el hombrecito llora que te llora, y el otro con el puñal en el bolsillo del suéter, emplastado con orh + ó -. Y el amigo que lo bajan del taxi y el intestino que le va colgando y él que llora y grita y maldice a Pretérito que lo lleva cogido de un hombro y un brazo y piensa en dejarlo caer y acabar de pisarle las tuberías negras y rematarlo ahí mismo, pero nada, que dele, que ya casi llegamos.

Emergencias. De emergencia están esas salas y esas gentes en el tercer mundo, que no, que debiera ser el quinto mundo, el infra mundo, el infra quinto chiquero de mierda, que «mundo» le queda grande. El médico o paramédico o enfermero o vigilante vestido de hospital que lo coge y lo acaba de montar en una camilla y se lo lleva sin muchas ganas. Las puntadas obstinadas que le hacen con un nylon enojado con el mundo por venirlo aponer ahí, justo ahí con ese olor a sangre y a mierda y a orín mal lavado.

Qué cagada. El principito empalado de nuevo. Dando vueltas sobre su propio eje como el pequeño planteta que dejó atrás como un recuerdo amargo. Con los baobas devorándolo todo. Los baobas que deben ser de este planeta, hasta deben ser humanos. El tiempo que se cae lerdo enfrente del zorro y el rosal y el campo de trigo. Y Lewis Carrol sentandose a la pequeña Alicia en las piernas y manoseándola mientras le habla de Cartas que son personas. Todo es como el mundo. Una mísera porquería que se degrada así misma.

lunes, 7 de enero de 2008

Una consulta, una pregunta

¿Cómo sueña un perdido? ¿Cómo se atreve a volar un reptil, una rata, un perro, un desgraciado? ¿Cómo se atreve a ser mejor un irredento, un filisteo? ¿Cómo volverse ángel en el filo de la navaja cuando no se atreve el ser a entrar en una basílica? Pasan los años, los pecados, las ajenas muestras de felicidad y los añonuevos y las promesas que se marchitaron (no, que rebuscado, que se pudrieron, mejor), pasa la vida del trashumante pecador y que le queda sino heridas de guerra. ¿Le quedan ganancias, acaso? Las ganancias de los que nunca ganan, las experiencias, los recuerdos, lo vivido, ¡quién le quita lo bailado, como dicen? Parece beso de bobo, alegría de tísico, pero la verdad es que de la perdición a la eternidad hay solo un paso. Un paso que durante años se ha anhelado. Un paso que se ha evitado dar o que no se ha podido dar. Cinco años enlodado en el mismo hueco de la porquerisa, es decir, de la vida. Sueños y construcciones, planos y planes, días y más días que nunca acabaron o que nunca comenzaron. Días perdidos en la vacuidad de las pieles, como la Venus aquélla. Las montañas y el frío y el humo que sale de los pulmones y la herrumbre y el hollín. Un rapto, un reptil de voz pérfida y salitre en las manos que se ha vuelto santo, aunque no lo sea de su devoción. Un ala rota, un parido del dolor, un partido y un apartado del sendero, un jorobado sin Notre Dame, un Calderón sin La Barca.

Los pecados se lavan en la batea de los sueños. Los vestidos del travestido cuelgan tras la puerta o dentro del último clóset. Los pañuelos de los que se quedan quedan en los ojos de los que se van. Los insultos del ofendido quedan en el aire, en el espacio entre éste y el malvado ofensor; o en la boca y el alma de quien los profiere o en los de quien los recibe -si el primero tiene éxito-. Las heridas y las mortajas como los cueros del cazador los tiende al sol, para que éste los seque, los marchite, los endurezca. Que maravillosa coincidencia esa de que al marchitarse, al secarse el cuero se endurezca. Como la celda del olvido, la vejez, que va endureciendo las almas, y ablandando sus carnes. Contradictoria metáfora que no metaforea nada. La santidad está allí, como la ruina perfecta, al alcance de la mano, tan fácil, tan fácil. Como un beso de iscariote, un disparo de mark chapman, como Alma yéndose con otro y Mahler muriéndose en Holanda con una línea de cocaína para acabar de joderse pero feliz. Así, como un beso soñado. Como enamorarse de una puta y verla fornicar, ser fornicada por una fila de hombres, todos o casi todos con un rostro claramente identificable, para que sea más doloroso el tiro en el pecho. Y la puta que grita y gime y les dice que son lo máximo, que qué rico. Y al siguiente, igual, uy que rico, papi, que rico mi amor, así, así.... y de nuevo el elixir de las pieles bebiéndose a sí mismo. Y uno ahí, con el recalcitrante hedor de pendejo viéndolo todo, sufriéndolo.



Pero luego pasa algo, una puñalada, una montaña nevada o una playa o simplemente un bulevar lleno de voceadores, hampones, policías, mendigos con ojos de vidrio o de madera o de lata porque no les alcanza la fortuna para tenerlo de vidrio, los buhoneros y los timadores eclesiásticos con Cristo en la boca y el Diablo en el alma. Como sea, ocurre algo, algo pequeño, y se encienden los sueños y se busca de nuevo el camino, y el hollín se va dejando atrás como un rastro de sangre en la nieve, a decir del Gabo, sí, el de los McOndos y los Fideles y los millones en el banco, el mismo izquierdista de alcurnia y pedegree. Y luego, luego el silencio y el bullicio de la pasión consumado, la homosexualidad de las almas: el amor.

Ridículo, absurdo, pero el tipo se fue con la puta, y viceversa, la tipa se fue con el puto. De ahí a la horca, el paredón o el cielo de Bariloche, de ahí a esto, dígamelo usted, señor Pretérito, qué hay?, preguntó el hombre sentado en el diván. ¿Qué le dije yo?. Son setenta, págele a la secretaria. Ahora bien, qué decirle a alguien tan molestamente feliz y tan absurdamente entregado. Nada, que se pudra y que se joda el alma construyendo ese muro, a final de cuentas, él paga.

Disquisiciones desquiciadas


Con el vientre ajado, las pupilas rotas de llorar sangre, y el cerebro desparramado entre la sábana, el suelo y las paredes, estaba el camikase. Yacía allí, triturado como un amor ultrajado a destiempo. Una puerta abierta y la mortaja de besos colgados tras ella. Una flor podrida de tristeza en un porrón podrido de amargura, una milonga y un ángel sollozando levemente en el balcón. Una oruga que seguramente nunca llegaría a volar. Un abismo en sus pupilas. Ella la vio como si fuese un hombre y le dieron una ganas terribles de tener un falo enorme, inagotable, y penetrarla infinitas veces por cada poro. Una vagina por cada poro, se dijo. Su mente voló extasiada con la imagen. En seguida se dijo Y un pene de violador consumado que las posea a todas. En seguida ella volteó a mirarla, se enterneció con la ridícula ternura de los adolescentes enamorados. Ella, la otra, estaba sentada en el sillón fumando un cigarro y dejando volar con alas de fénix su mente. No se dijeron nada pero todo quedó dicho, una brisa tóxica entró por la ventana y apenas movió la flor podrida. De nuevo giró su cabeza y la posó en la almohada. Sonreía pensando que qué suerte que aquella mujer hermosa estuviera allí, y que fuera toda para sí. No es de extrañarse que el espejo roto que las reflejaba a ambas sintiera los celos vacíos que sólo los espejos pueden sentir, unos celos dobles, unos celos planos y que se reflejaban a sí mismos. No era de extrañarse, pensaba Pretérito, que veía todo desde un rincón del cuarto, tallado en una pintura de art decó impresionista surrealista minimalista marxista freudiana cervantina.

Las vidrieras nunca muestran nada nuevo, siempre el mismo vacío lleno de más vacío, como los ojos de las hadas. La fantasía es mejor que la realidad. La realidad apesta. La realidad maravilla con su hedor. La realidad enamora con su maldad. La fantasía se vuela los sesos con sus nubes de algodón. La fantasía suicida las mentes con lanzas de quijotes y de centauros. La fantasía te manosea con sus naipes y sus faunos. La realidad te mete la lengua entre los labios vaginales o en el culo y te la llega hasta las tripas.La realidad te seduce con sus tetas de fantasía y sus arenas movedizas de dinero y gente bien. La fantasía te hace yagas en los ojos con sus campanitas y sus nuncajamás y luego te escupe la vida con un chorro de sangre que te ha succionado del cuello. La realidad espejo. La fantasía retrovisor. La realidad moco. La fantasía semen. La realidad discurso. La fantasía utopía pía. Los pollos, ahhhh, los pollos. La realidad te atraviesa como un pollo y la fantasía te dora a la broaster. ¿Y la gente? La gente hambre, la gente dinero, la gente paga y te come, la gente rico, mmm, rico pollo a la broaster.