domingo, 2 de marzo de 2008

Febrero...

Cuánta sangre, cuánto vómito y cuántas agujas clavadas en las pestañas. Cosas nimias, absurdas y, acaso ridículas, no serían de nuevo las mismas. Así le cambia la dimensión y la perspectiva a un corazón cuando éste se torna laberinto.

Exactamente a las once y once vio el reloj y la reordó a ella. No a ella, sino a ella. ¿Me explico, doc? Sí, se explica. Más nunca torito, ya no más bendiciones a la hora de dormir ni "esa" manera de acostarse que tanto amaba. Ama. Cuántos insultos y puñaladas revoloteando, buscando algún hígado, algún pulmón o una lengua podrida de las mismas palabras que nunca fueron las mismas. Tanto monóxido. Tanta tripa suelta, desparramada en el pavimento. Tanto orgasmo del cielo que quedará como prenda de gitano, colgado a algún madero de los recuerdos, alguna carreta que trató detenerse y no pudo.

Cuanta miseria humana y cuánto, Lucifer mío, sentimiento echado por la borda. LAs once y once, hora plaíndromo, hora perfecta que trae su voz preguntando ¿Ya hoy es diecinueve?. No, no lo es. Nunca lo será, todo lo indica así. Al calendario le recortó ese día. Hay fuego en el ventitrés. Habitáculo desdichado que vio la separación de sus padres y ahora la suya propia. Mirada lánguida de hada, agujero, Viceversa y dama caballero celta, con el cinto...

Nada, nada le queda entre las manos sino ese hueco que se sostiene sobre el pecho.

1 comentario:

Viandante dijo...

Perdón por la ausencia, estaba mudandome de continente. es tan bueno tener el placer de leerte de nuevo. Me gusta tanto el modo en que construyes los dialogos,que me gustaría que hicieras dialogar más a tus personajes,disfruto leerte. No pares de escribir. gracias.