martes, 1 de abril de 2008

Réquiem de un adios sin adios...


Ahora podía hacer una promesa, después de haber vivido algo como aquéllo.

La distancia y la soledad son directamente proporcionales a la cantidad de lágrimas derramadas en las noches. De día es otra cosa. La angustia y la depresión se dejan maniatar firmando papeles al reverso de como se hizo aquél ventitrés, entre falsos gitanos.

Abril es Abril. En Abril fue el mar, dice Mestisay. En Abril fue el veneno, digo yo. Y en Diciembre la mierda. Y en Enero el desahucio. En Marzo el encono y la agudeza de la mirada sin alma. Ya no te amo. Bueno, digo yo, si es que me hace el favor de pasarme la soga. Un lindo nudo en el cuello y una banqueta que alguien tenga la gentileza de empujar, gracias.

Las promesas se caen y se me antojan equívocas. Te deseo. Te amo. Ojalá no sea muy tarde cuando la luz alumbre el sendero nuevamente. Todas las cartas están sobre la mesa por ti. Ya sin lágrimas, sólo con la tristeza metido entre los huesos y la carne, anidada entre las venas, será el designio de un error, un equívoco o la bendición de amar.

La inocencia es cosa de libros. La credulidad y la fantasía también. Yo, al parecer, vivo entre las lineas de un libro inacabado, eternamente inacabado, como el ser humano, siempre haciéndose y rehaciéndose.

3 comentarios:

Viandante dijo...

Se me antojan más sus monológos, los encuentro estupendos. Me he deleitado! Creo que tiene usted vena de poeta de segunda mitad del XIX, cosa que me parece encantadora.

Exodo dijo...

la ilusion existe preterito.. existimos aun ilusos que creemos y vivimos entre paginas de libros que ya nadie quieres leer.. haga su cola y tome numero..=)
un abrazo..

Nestor Luis Bermúdez dijo...

Bueno, los monólogos parecen ser el medio por naturaleza de comunicarse con uno mismo, de analizarse, de criticarse, de alabarse y de ultrajarse sin que el mundo se entere; en cambio las palabras son fuente de malos entendidos, como diría el principe extraviado; ha de ser por ello que se te antojan más los monólogos que los diálogos, viandante.

Éxodo... Sí, ya estamos en la cola de los ilusos y en la de los equivocados.... Qué más se le hace. Bienvenida de nuevo a esta magra orilla cienagosa.