lunes, 16 de julio de 2007

Siempre es Sábado cuando se olvida


Cuando se olvida parece que se sucede en uno algo similar a un estallido, similar a una mañana de resaca. Esto es falso, pensaba Pretérito, cuando uno olvida a alguien o alguna experiencia agradable o desagradable, no pasa nada, sólo se muere algún lugar del cerebro. Sólo algún recuerdo se quema entre tantos otros recuerdos que ni siquiera sabíamos que estaban allí guardados, así que... En verdad qué demonios importa olvidar a alguien, o que nos olviden si a fin de cuentas quién es uno para merecerse el recuerdo de alguien.

Los días Sábados son así, no sé, como de relleno, otros dirán que los Domingos SON los de rellenos, que no los Sábados. Pretérito decía que es el Sábado por ser el preludio del Domingo. Por estar primero y no ser tan grande que abarque hasta el Lunes sino que, triste como es, se acabe al día siguiente. En realidad cualquier día es así, simple y pequeño, tanto que dura sólo un día y, de paso, debe esperar una semana para poder vivir nuevamente, con la buena fortuna de ser distinto, la mayoría de las veces, del anterior, y seguro es, casi, que será distinto también del siguiente. Los humanos, en cambio, somos iguales todos, de uno a otro la misma porquería o la misma belleza, según sea el caso. Por eso es tan fácil olvidarse de alguien, que es como olvidarse de un día, por eso siempre es Sábado cuando se olvida, o Lunes, o Jueves.

Fue en ese momento cuando se miró al espejo de la sala, notó que tenía la camisa mal abrochada y se rió consigo mismo. Los Miércoles son tan inútiles, dijo. Se arregló y salió rumbo al Mercado pensando en ella.

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